"Nací para robar rosas de la avenida de la muerte". Charles Bukowski.

jueves, 25 de agosto de 2011

Himno para un siglo

En éstos tiempos
sin amores que matan
y donde ya nadie
se mata por amor.
Donde las palabras suenan secas
como el acento de un adiós
y nada se pide por favor.
Aquí ha venido a dar con sus huesos
una brizna blanca
alumbrada por la noche.
Un desolado y baldío intento
de mantener la cordura.
Que suenen las campanas
por los muertos de mañana
y cierren los bares
los fines de semana.
Tedio unidireccional
que no llega a ninguna parte,
hubo una vez un himno
remando hacia la confusión
que quedó a las orillas.
Hubo una vez un siglo,
con sus gentes,
con sus almas.


martes, 7 de junio de 2011

Sobrevíveme

¡Sobrevíveme!
Es una orden,
un sueño,
un deseo.
¡Sobrevíveme!
De los acantilados que saltamos
solo quedará
la calma al caer.
De nuestras almas
una paz.
Un ártico escondido
tras cada frase
que regalamos.
Fuimos a follarnos al mundo,
y éste nos dió una hostia.

viernes, 3 de junio de 2011

La edad media

Una nueva edad media,
eso parece,
este compendio
de capitalismo descarnado,
bailando de nuestra mano,
junto a ese personaje
de sonrisa cínica,
que algunos llaman futuro.
Yo,
por si acaso,
me he puesto tu sonrisa
como armadura.

sábado, 14 de mayo de 2011

El peor amante del mundo

Puede que sea de los peores
amantes del mundo.
Pero me esfuerzo,
te juro que me esfuerzo.
Puedes verlo
en mi sentimiento empático,
en mis manos afiladas.
Sentirlo incluso;
cuando venero
las erráticas curvas
por donde se despeñan
mis primaveras.
De verdad
que me esfuerzo.
Y es por ello que no abro la puerta
al gélido futuro
que a veces me busca.
Y es por eso,
que intento aprender
e imagino nuevas estructuras
en las comisuras
de todos tus labios.
Y me codeo con quien sea
por defender
a capa y espada,
en el sosiego del verbo adormecido
y en el vértigo del gesto gratuito,
que amarte,
es mi único ejercicio
de responsabilidad posible.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Primavera Sound

Estoy en el baño del Jaika,
aguantando,
a medio minuto de otra prórroga.
Solo un día más,
y comenzará el resto.
Los chicos acaban de cantarme
el cumpleaños feliz en euskera,
y me esperan fuera,
junto a una cerveza fría
y otra explosión de euforia artificial.
Mi reflejo en el espejo
es de un rostro demacrado
y azotado por los tedios,
de jornadas angustiosas,
en la búsqueda del por qué.
Preso perpetuo,
de ese error estratégico
que es, valorar lo deseado
y devaluar lo realizado.
Aquí me tengo,
o más bien me sostengo.
Como el sol,
cuando le mece la duda
de la noche enferma.
Cierro los ojos,
contengo la respiración;
se que es de las últimas.

jueves, 17 de marzo de 2011

Los malos (2ª parte)

Ha vuelto a venir,
un recuerdo en blanco y negro
(debes saber que sigo sin llorar tu muerte).
Y te veo en hilera,
junto a tus compañeros,
piezas de un material débil,
de éste puzzle,
que antes, ahora,
y después,
se llama España.
Me contabas,
entonces, que aunque fuera verano,
venía a ponerse la tormenta,
allí,
en Granada.
Os ponían de espaldas
y reunían al pelotón de afusilamiento.
Veiáis entonces a la muerte
venir a saludaros,
con aspecto de soldado ebrio,
y vuestro rostro,
balón de cuero desinflado,
se desencajaba.
Cuando daban la voz de fuego,
unos os echábais al suelo,
otros a llorar;
o soltábais un grito tan seco,
tan desgarrado,
que puedo escucharlo ahora,
al escribir estas líneas.
Tras el silencio,
venían las carcajadas.
Habían vuelto a simular
vuestra ejecución.
En ese momento,
me decías,
cuchicheando al oído,
que era tal humillación,
que lo mejor que os podía pasar
era haber sido fusilados de verdad.
A nosotros,
a quienes nos contábais todas estas historias,
que nosotros escuchábamos cabizbajos,
sin saber qué decir,
ni qué palabras escoger,
para un consuelo imposible,
ya que la historia
es imperturbable
e ignora sujetos y verbos.
A nosotros,
te decía,
ya nos han ejecutado.
No es que pretenda compararnos con vosotros.
Lo vuestro fue por heroicidad.
Lo nuestro ha sido por pura y dura
mediocridad.

lunes, 7 de marzo de 2011

El titubeo efervescente

Mutaré en beso,
e hibernaré en tus labios.
Pero aunque pase el invierno,
no querré despertar.
Soy un titubeo efervescente,
un abrazo que aprende a abrazar.
Si miro hacia adentro,
solo veo mar.
Si miras hacia fuera,
cuéntame que se ve.
Traigo hojas secas,
traigo algo parecido a un embalse,
con su dique y todo para romper.
Mutaré,
y cuando no vuelva la sordidez,
dejaré de empeñarme en estorbar.

jueves, 24 de febrero de 2011

Cimas inalcanzables

Detrás de los pestillos
aguardan ráfagas.
Detrás de cada puerta
no existe piedad.
Y yo que solo sé descorrerlos.
Y yo que solo sé abrirlas.
Todo junto
parece una soga,
y nada estrangula más
que el peso de una sombra
que se alarga,
hasta alcanzar el cielo
y doblarlo en dos.
La voz de Roger Quingley
lo inunda todo,
y los libros que tal vez
no debí leer jamás,
parecen cimas inalcanzables
para los vestigios de mis besos.
Sé que pronto podré con todo.
Pero ahora mismo
soy un domador de versos inconexos,
que se me rebelan,
para tomar el mismo camino
que las buenas voluntades,
y abocar su hiel
al precipicio indómito
de los fracasos.

martes, 22 de febrero de 2011

El día del juicio final

Sintiendo
en un mundo sin sentido.
Helado
de la mano del calendario salvaje
que es tu silencio.
Buscando
entre la basura de la agenda
la anestesia.
Humano
justificando mi desidia
ante la caja boba.
Besado
en todo mi ser
por tu generosidad.
Querría decirte
que has dañado mi línea de flotación.
Pero ya no tengo.