"Nací para robar rosas de la avenida de la muerte". Charles Bukowski.

martes, 23 de febrero de 2010

Polución nocturna

Lo que me mueve,
lo que me impulsa,
lo que me alimenta.
Es tu sonrisa,
que me deslumbra.
Que me abduce.
Y aunque haya dejado de llover,
la humedad,
sigue aquí.
Haciéndome sentir lejos aún de ti.
Yo que siempre odié las fronteras,
me veo frenado por la lógica
de mi miedo.
Aunque, aquí,
escuchando Nantes, de Beirut,
me puedo sentir tan dentro de ti,
como si todo fuera posible.

lunes, 22 de febrero de 2010

Los malos

Últimamente
acude a mi,
de manera incesante,
el recuerdo de tu rostro
ataviado y acompañado
por el olor a linimento Sloan
y el odio a mi mismo por no haber llorado
tu muerte todavía.
Pero sobretodo,
viene a mi con nitidez y alta definición
el recuerdo de aquellas tardes de fin de semana,
cuando yo,
harto de desollarme las rodillas en los campos
de tierra y de hierba,
corría a ti como un perro fiel
a resguardarme en tu regazo
mientras tu veías aquellas películas
que parecían eternas,
en blanco y negro.
Películas,
en las que soldados de vidas mustias
y labios dolorosos,
se jugaban la vida en las selvas de Birmania
u otros países de nombres imposibles.
Y sobretodo
viene a mi el momento,
en el que yo
aún sin entender nada,
te preguntaba quienes eran los buenos.
Y me invadía la incertidumbre
de entender menos aún,
cuando tú me respondías
que en la guerra no había buenos ni malos.
Que todos eran malos.
Y me gustaría decirte
que en aquel entonces entendí tu mensaje.
Pero no ha sido hasta ahora,
con la certeza del tiempo al pasar,
cuando ya,
puede que demasiado tarde,
sepa quienes son los malos.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Aventureros con el corazón de escarcha

Podrías estar aquí ahora mismo,
y sujetarme fuerte.
E impedir que caiga
en la emboscada del tedio.
Y rememorar cada acto
con el cual perdimos la cordura
algún tiempo atrás.
Como orfebres de la locura más dichosa.

Como aventureros con el corazón de escarcha
ante un amanecer prometedor,
dispuestos a luchar contra el imperio
de la desidia.
Contra todo aquello que ruge
en la ciudad de los límites.
Contra las fauces insaciables
de los que no creyeron en nosotros.

Podrías estar aquí ahora mismo,
y no me faltaría el aire,
que ahora me falta.
Y los objetos que nos rodearían,
serían terrones de azúcar
endulzándonos sin compasión
y no parecerían éstos guerreros de la misericordia
que parecen apiadarse de mi.

lunes, 8 de febrero de 2010

Sexo en parques púbicos

En este tratado de indecencia,
en el que convertimos días largos
en noches cortas,
y rasgamos nuestras almas
con afiladas cuchillas,
fuí a preguntarme,
acerca de la mitología griega,
el hambre,
y la soledad.
Y terminé zorzobrando
a las orillas de la épica.
¿Cómo medir, por ejemplo,
el tiempo.
cuando éste venía
a regalarme la eternidad,
cada vez que eyaculaba en una vagina?
¿Cómo degustar, por ejemplo,
los más preciados sabores,
cuando solo hallaba placer
en los néctares de los cuerpos?
Así que me aficioné
al sexo en los parques púbicos.
No había que preguntar,
pues tampoco había respuestas.
La receta era poco compleja,
para derrotar aquella sinrazón
de desencanto existencialista.
Viajes de ligero equipaje
para vidas cansadas,
y un guiño del futuro
en cada cama.
Acantilados abruptos,
tras cada espalda,
y soñar que era tu corazón,
lo que tras cada tormenta
acariciaba.

jueves, 4 de febrero de 2010

Último destino posible

He llegado a ese momento,
puede que temido,
puede que admirado,
en que uno mira al tiempo
por el espejo retrovisor.
Como si fuera un lujo
en su momento inalcanzable,
o bien,
como si no quisiera
haber llegado nunca.
Y lo único cierto,
es que algunos
ya no están,
y otros seguimos.
Mis pies
calzan confusión.
Mis manos
solo aspiran a fundirse
en ti.
Mi retina
solo tiene libros.
Canciones.
El hastío
parece no querer irse
de este septiembre eterno
que se ha alojado en mi.